El Castigo
El castigo es un método de disciplina de lo más ineficaz, ya que, por extraño que parezca, tiene el efecto de enseñarle al niño a comportarse exactamente de la forma opuesta a como los padres desearían.
Muchos padres emplean el castigo simplemente porque nadie les ha enseñado mejores formas de disciplinar a sus hijos.
El acto de disciplinar a un niño puede ser de lo más frustrante. Sin embargo, desde un principio es necesario hacer hincapié́ en que disciplina significa educación. La disciplina es una guía esencialmente programada que ayuda a las personas a desarrollar el control interno de sí mismas, a autodirigirse y a ser eficientes.
Si se quiere que de resultado, la disciplina requiere respeto y confianza mutuos.
Por otra parte, el castigo requiere control externo sobre una persona por medio de la fuerza y la coerción. Los agentes del castigo muy rara vez respetan o confían en la persona castigada.
El castigo físico impartido por los padres no inhibe la violencia, sino todo lo contrario, la fomenta. El castigo frustra al niño y a la vez le ofrece un modelo para imitarlo y del cual puede aprender.
Los padres confusos y perplejos esperan, erróneamente, que el castigo en algún momento dará́ resultado, sin darse cuenta de que en realidad no están llegando a ninguna parte con sus métodos.
El empleo del castigo sólo ayuda al niño a desarrollar un mayor poder de resistencia y de desafío.
El niño puede aprender la forma de evitar, con éxito, cualquier sentimiento de culpa generado por su mal comportamiento, estableciendo un ciclo en el cual el castigo anula el “crimen” y el niño, una vez que ha pagado por su travesura, está en libertad de repetir el mismo acto en otro momento, sin los sentimientos de culpa.
Hay un buen número de otras posibilidades de enseñanza que las que proporcionan los golpes o los castigos, la clave es saber comunicarse con los hijos y entablar conversaciones en un ambiente de confianza y respeto mutuos.
Fuentes:
Adele Faber, Elaine Mazlish. Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen.
(Children: The Challenge [Los niños: el desafío], doctor Rudolf Dreikurs. Hawthorn. 1964).
(How to Father, doctor Fitzhugh Dodson. Signet, 1974).
(The Magic Years. Selma U. Fraiberg, Scribners, 1959).